Lo que ha cambiado
Estimades amigues,*
Por lo general, como portavoz de CRLA, hay algunos asuntos que están demasiado politizados para poder comentar de manera pública si no se alinean directamente con nuestro trabajo. Las leyes de aborto y el control de armas de fuego son dos ejemplos. Pero al reflexionar en los últimos 10 días, incluyendo la tragedia escolar en Uvalde, Texas, el tiroteo en la iglesia de Laguna Woods y los asesinatos en el supermercado de Buffalo, y el segundo aniversario del asesinato de George Floyd ayer, me siento obligado a alzar la voz desde un espacio personal.
He pasado los últimos 44 años trabajando con mis colegas de CRLA para abogar por el tema de la pobreza y cómo esto impacta las condiciones de vida de las familias rurales. En el fondo de nuestro trabajo se encuentra el acuerdo esencial de que una vida humana y una familia tienen derecho a los siguientes derechos básicos: el derecho a una vivienda habitable sin discriminación, el derecho a tener acceso a atención médica básica, el derecho a no pasar hambre, el derecho a un salario justo, el derecho a una educación igualitaria y a la seguridad en la escuela.
Aunque hemos sido capaces de encontrar un terreno común en lugares sorprendentes en estas cuestiones de calidad de vida, es en el “derecho a la vida” donde las discusiones se vuelven confusas y las opiniones personales nos dividen. Mi percepción es que el derecho a la vida no significa mucho si no incluye una vida digna después del nacimiento. Y, como vemos en el trabajo de CRLA, cuando las comunidades más vulnerables y explotadas de nuestra sociedad son las que definen lo que constituye una vida digna, se mejora la seguridad y el bienestar de todo el mundo.
La escuela primaria Robb se parece tanto a muchas de las escuelas de pueblos pequeños de nuestras áreas de servicio rurales. Coachella, como Uvalde, está a 70 millas de la frontera con México. Yo solo puedo imaginar el impacto devastador y a largo plazo que este horrible acto tendrá en la comunidad estrechamente unida que rodea a la escuela. No debería ser fácil que un joven de 18 años compre un arma militar, y el vendedor de armas tiene tanta sangre en sus manos como el tirador.
La cultura de armas de fuego crea una sociedad en la que ningún lugar es seguro, ni un supermercado, ni una escuela, ni una iglesia. Y la mayoría de las veces, esto también implica el odio de la historia racista de nuestra sociedad. No podemos permitirnos seguir siendo espectadores, como nos dijo el martes Steve Kerr, el entrenador de los Golden State Warriors. Cada persona decidirá qué hacer, incluso de la manera más mínima. El no hacer nada no es una forma de respetar la vida.
Muchos se preguntan hoy si algo ha cambiado en los dos años transcurridos desde la muerte de George Floyd, en los 10 años transcurridos desde Sandy Hook. Es importante que tengamos claridad sobre lo que ha cambiado y lo que no ha cambiado. Mi esperanza es que utilicemos esa claridad para alimentar nuestra lucha continua por la justicia.
Adelante creando luz,
José Padilla
Director Ejecutivo
* CRLA usa el lenguaje inclusivo de género en donde reemplazamos la o y la a en palabras con género con la e o la x. Palabras con la x o la e incluyen a todas las personas sin importar su identidad de género, incluyendo a mujeres, hombres y personas de género no binario.